Vitalicios by José Sanchis Sinisterra

Vitalicios by José Sanchis Sinisterra

autor:José Sanchis Sinisterra [Sanchis Sinisterra, José]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Teatro, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 2015-12-31T16:00:00+00:00


(La pantalla se enciende y, en ella, aparece Martina. Los tres recomponen su aspecto)

MARTINA.— Buenas tardes… ¿Todo bien por ahí?

BASILIO.— Buenas tardes, sí…

CARLOTA.— Buenas tardes, Martina… Sí: todo bien, más o menos…

MARTINA.— ¿Han acabado la relación?

CARLOTA.— Sí, ya casi está… ¿Verdad, Adrianita?

ADRIANITA.— Tres nombres me faltan, doña Martina. Es un minuto.

MARTINA.— Les recuerdo que son casi las seis.

CARLOTA.— Acabada ya está. Solo faltaba pasarla a limpio.

MARTINA.— ¿Cuántos, finalmente?

BASILIO.— Bueno… Cuando leímos lo de los descuentos por más de quince servicios…

MARTINA.— ¿Qué?

BASILIO.— Apuramos la cosa y llegamos hasta veintiocho.

MARTINA.— No está mal. Todo sacrificio es poco. La situación se agrava día a día, la presión de los mercados aumenta cada hora, hay que seguir ahorrando, aunque nos duela.

CARLOTA.— En ello estamos, Martina.

BASILIO.— Nos duele, pero ahorramos.

MARTINA.— Y conste que el gobierno sabe del valor supremo del arte como patrimonio cultural y espiritual del país.

CARLOTA.— No nos cabe ninguna duda. ¿Verdad, tú?

BASILIO.— Ninguna: el Presidente y los ministros no se pierden ni un concierto, ni un estreno, ni una exposición.

MARTINA.— Pero cuando la crisis arrecia…

BASILIO.— No hay tu tía… Quiero decir: no hay más remedio que cortar por lo sano.

ADRIANITA.— …Y «Malaria fulminante». ¡Ya está! Veintiocho. ¿La meto en el montaplatos?

MARTINA.— Sí, por favor.

ADRIANITA.— ¿Dentro de este sobre?

MARTINA.— No hace falta. Viene directamente a mi despacho.

CARLOTA.— Para enviar… es este botón, ¿verdad?

BASILIO.— Deje, Carlota… Ya me ocupo yo. No le vaya a dar otra garrampa, como ayer a Adrianita, que… ¡Aaaaaay!

CARLOTA.— ¿Le dio?

BASILIO.— No ha sido nada: un cosquilleo… casi agradable.

MARTINA.— ¿Aún le siguen gustando las cosquillas?

BASILIO.— ¿Las cosquillas? ¿Qué cosquillas? ¿A mí? ¿Por qué me lo…? Yo… esto… ¿Qué quiere decir? ¿Cosquillas?

MARTINA.— Nada, nada… Pues, lo que les decía: este gobierno no es como el de Platón, que pretendía eliminar a los artistas de su República ideal.

CARLOTA.— No, ¿verdad?

MARTINA.— Y eso que, en mi opinión, los hay que se merecen algunas de las perlas que les dedica el filósofo…

ADRIANITA.— ¿Qué perlas?

MARTINA.— Si no recuerdo mal, los tacha de pedantes, falsarios y medio majaras.

BASILIO.— Pues vaya con el Platón ese…

ADRIANITA.— Seguro que estaba pensando en Rabanillos, el de las cartulinas malolientes.

MARTINA.— Y no quiere ni que se acerquen a los niños, porque les llenan la cabeza de embelecos y paparruchas… Ajá: aquí está la relación.



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